Toda la historia de la Humanidad no es más que una búsqueda constante, hemos buscado La Verdad, La Eternidad, El Santo Grial, o la Piedra Filosofal, poco a poco hemos ido entendiendo que la mayoría son búsquedas imposibles y nos hemos ido conformando con lo no encontrado, nos hemos inventado miles de eternidades, hemos creado a lo largo de los siglos miles de piedras filosofales, el Santo Grial, o se ha dado por perdido o nos ha dejado de interesar, y hemos comprendido que la verdad depende del cristal con que se observe la realidad.
Sin embargo, existe una búsqueda en la que nos empecinamos y que perseguimos desde el principio de los tiempos: La Eterna Juventud. A pesar de los innumerables adelantos tecnológicos conseguidos en todos los ámbitos, son siglos y siglos de fracasos que nos preceden en una búsqueda a la que más que nunca nos aferramos. Una ilusión que nos persigue desde que tenemos memoria colectiva, una quimera y el más absoluto absurdo. Absurda es la idea de conseguir no envejecer, porque sería lo mismo que detener el Tiempo. El Tiempo no cesa, pasa sobre nosotros, aprendemos de él, en él y con él. Y en ningún caso seriamos quienes somos sin nuestra andadura en nuestro tiempo e incluso en el tiempo que vivieron otros. Aún así seguimos buscando y no nos conformamos.
La sociedad es cada día más vieja pero cada vez se premia más la Juventud como si fuera una virtud en lugar de lo que en realidad es: un accidente temporal, un nuevo culto, una nueva Piedra filosofal o a lo mejor el Santo Grial. Una moda en definitiva, que como todas tiene fecha de caducidad.
La sociedad es cada día más vieja pero cada vez se premia más la Juventud como si fuera una virtud en lugar de lo que en realidad es: un accidente temporal, un nuevo culto, una nueva Piedra filosofal o a lo mejor el Santo Grial. Una moda en definitiva, que como todas tiene fecha de caducidad.
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